Las ZONAS o RITMOS de entrenamiento son la localización individualizada de rangos de intensidad (carga interna y/o externa) que van a producir en el organismo del atleta unas determinadas adaptaciones prioritarias a medio y largo plazo.
Para el establecimiento individualizado y preciso de las zonas de entrenamiento es necesario que el atleta realice test incrementales máximos con registros de gases (calorimetría indirecta), o en su defecto de ácido láctico. A partir de estos registros, se podrán identificar en el atleta la ubicación de los principales hitos fisiológicos de la vía aeróbica: Umbral Aeróbico, Umbral Anaeróbico, Máximo Estado Estable y Consumo Máximo de Oxígeno (Cerezuela et al., 2018).
No obstante, este tipo de valoraciones con registros directos siempre van a tener asociado un elevado coste de recursos humanos y materiales, estando por tanto fuera del alcance de la mayoría de atletas a lo largo de la temporada, al menos de forma habitual.
Basado en las evidencias científicas más recientes de nuestro grupo de trabajo, se han establecido las zonas de entrenamiento a partir de indicadores de carga interna y externa prácticos y económicos que se pueden obtener de nuestro test VAM-HPSS, como son la Frecuencia Cardiaca Máxima (FCmax) y de Reserva (FCR), la estimación de la Velocidad Aeróbica Máxima (VAM), o incluso la Percepción Subjetiva del Esfuerzo (PSE) en una escala de 6 a 20 (Pallarés et al.a, 2016; Pallarés et al., 2019).
Los resultados de distintas investigaciones llevadas a cabo en los últimos 40 años nos permiten prever cuáles serán las adaptaciones que prioritariamente se producirían en el sistema cardiorrespiratorio, metabólico y muscular del atleta con el entrenamiento continuado en cada una de esas intensidades o zonas de entrenamiento (Mora-Rodríguez, Pallarés y Ortega, 2019):
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS